Pensamientos desenfrenados sobre María Zambrano
Dra. Carolina Narváez Martínez,
Grupo de Investigación Escritos de Mujeres, IISUE UNAM/Tres Guineas
La originalidad viene de origen.
La filosofía tenía que nacer dentro de mí.
No solamente de las palabras tan ricas de Ortega
y anteriormente de las de mi padre…
María ZambranoEspaña-1988
Es extraño que María Zambrano resulte ser una desconocida para una gran parte de la población española, diríamos que la ciudadana de a pie no tendría por qué conocerla, pues la filosofía siempre ha estado lejos de la proximidad de la gente, pero María hizo una filosofía de cercanía. Federico García Lorca escribió poesía y teatro, desde muchos puntos de la península ibérica le reconocen y le quieren, pareciera el poeta del pueblo, un poeta querido, sostenido en el recuerdo de una España que lamenta su historia pero que prefiere no hablar de ella. Lorca dio a su pueblo el verso sincero, único e impecable, María dio a la filosofía lo mismo, la transformó al introducir el mundo de lo sensible en las palabras y en el pensamiento.
Lo que queda para poder decir algo de María Zambrano es leerla y si acaso parece honda y difícil de comprender, muchas son las formas que podemos desarrollar para acercarnos a ella y al amor que dejó impregnado en cada texto que escribió.
Pienso que las entrevistas son una herramienta maravillosa para conocer a una autora, escuchar la tonalidad de su voz, reconocer sus gestos y quedarse en el movimiento de sus manos o en la oscilación de su vista. Así mismo, las cartas son una forma íntima y juguetona de conocer a una personaje, son ideales para comprender los gustos y las pasiones, como también las preferencias de la vida cotidiana, la comida, los colores preferidos, las canciones e incluso las pastillas que tomaba. La poesía es otro camino a tomar, pues esta se porta como una radiografía del alma, es como una foto en movimiento, que nunca deja de decir algo.
Fue una entrevista la que acompañó la escritura de este texto. Aquella entrevista fue compartida en una asignatura del Master de DUODA Estudios de la diferencia sexual, en donde de repente a María le gustaba asomarse. Esta vez se asomaría con un diálogo muy especial y cercano que propició Pilar Trenas en un programa de la Televisión española que llevaba por nombre “Muy personal” en el año 1988.[1]
De esa entrevista varios fueron los temas que articularon mi reflexión. Quiero compartir algunos de ellos en aras de poder mostrar el camino de acercamiento que he tenido a María Zambrano y, como este recorrido ayuda en el dialogo con las estudiantes de historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Largas conversaciones que han estado acompañadas de la historiadora Clara Ramírez quien ha conocido a María desde hace muchos años y a la cual le tiene mucho cariño y admiración.
Cuando escucho a María contestar las preguntas de Pilar Trenas, parece que siempre sorprende repondiendo con algo inesperado. Para el momento de la entrevista María había cumplido 84 años, la reacción cuando recibe la pregunta sobre su edad remite a una forma especial de vivir y de sentir el tiempo, pero también, la juventud y la vejez: “yo siempre he tenido una edad indefinida” …Tener una edad indefinida es moverse de cualquier atadura que la atrapa o la condensa en ciertas características o formas. Sin pretender sentirse siempre joven y tampoco vieja, ella ha gravitado simultáneamente en estos momentos de la vida…Aquella forma suena a búsqueda y también a quietud…
Parece que María Zambrano está en contacto con la paradoja, permanentemente nos permite enlazarnos con ella para que no se nos olviden los miles de matices o caminos que hay en el uso de las palabras y en cómo se formula algo en el alma que parece que las palabras no pueden sostener o más bien, mostrar. Pero, la paradoja no solo organiza o desorganiza nuestras vidas, sino que, parece definirla. Por ello, oscuridad lumínica puede remitirnos a la visión nítida que nace de una noche en la que nada vemos o en la que el presente parece diluirse en alguna tragedia personal, pero que, sin embargo, nos regala información para conocernos a nosotras mismas.
Al parecer la búsqueda de María fue acompañada pero también en solitario. El pensamiento es amigo de la soledad, aunque no sea el único lugar en el que se piensa. Cuando le pregunta Pilar sobre ¿cómo construyó su pensamiento?, María dice que el recorrido es difícil de trazar, alude a la importancia de los maestros, pero también a la importancia de lo inmaterial, de lo que constituye los recuerdos, los sueños…los silencios, aquello otro intangible. El recuerdo, tal vez llena de poesía el pensamiento y da vía a lo que queda materialmente desaparecido, dando espacio a la imaginación y a las tonalidades que conforman nuestro pasado: imágenes, olores, sensaciones…
Hay un propósito de amor en María Zambrano, la entrevista lo muestra desde el principio. Ella se muestra como una mujer sensible, con imaginación, si se quiere con cierto tipo de reflexión “desordenada”, autentica, juguetona. Creo que todo esto, resultado de las razones de amor que siempre la han movilizado.
El viaje a la infancia que propicia la periodista Pilar Trenas es encantador, pues María habla de cómo el recuerdo se traba, así sea un instante o un momento extenso, se instala para que el olvido no se precipite, para que sea detenido con la sensación, con el aroma, con la imagen de alguien… Así que, el retorno a la infancia nos deja ver a una María simple y sensible, a la que descubre la poesía por la magia de las pequeñas cosas que sostienen la vida.
El recuerdo de las enseñanzas de su padre no pasa, exclusivamente, por los libros que le obligó o recomendó leer, sino que, incluye, lo que nunca olvidó de la relación paterna: la calidez, la belleza, la rigidez; así recuerda María a su padre, como “un árbol que tiene hundidas sus raíces en la tierra y la copa muy alta que llega al cielo” … Su madre que recibía buenos comentarios de la niña María, nunca dejó que estos se convirtieran en el lugar de su seguridad; al contrario, prestaba especial atención en no cultivar la vanidad en su hija, lo vano tiene pronta caducidad y la arrogancia puede ensuciar el pensamiento.
En medio de tantos mitos rudos sobre el conocimiento, María desmonta con palabras sencillas y cálidas aquella torre de hierro que se ha construido alrededor de cómo pensamos o qué pensamos…En María esta operación deja de ser de quietud para convertirse en movimiento, en agua, elemento que, María valora; elemento que le representa el movimiento del alma, el exilio, la vida, la transformación. Así como a Teresa de Ávila que tanto amor le tenía al agua y que utilizó para explicar una de las operaciones más hermosas de iluminación del alma en su libro Las Moradas o Castillo interior.
Nuestro pensamiento está lleno de nosotras, de nuestros caminos… Más que de palabras significadas por y en otros. Aquel está lleno de mí misma, de recuerdos y de la relación: vínculos con los seres humanos, pero también con los seres de la tierra, del aíre, la lluvia, el viento…
¡Mucho de encanto tiene María…!
Aunque el misterio de sus palabras a veces nos deja perplejas y nos convoca a devolverse uno o dos renglones en su lectura…Lo que es misterioso al corazón cuesta, no por erudito sino por poético. La poesía y la profundidad que a veces permite alcanzar obliga al silencio, obliga a cerrar los ojos para vivir la emoción del descubrimiento que es en el sentir verdadero.
María no fue feminista y no me resulta lamentable…es posible que el feminismo para la primera mitad del siglo XX estuviera asociada a una virilización de las mujeres, pues se planteó inicialmente como una lucha por la igualdad… María no quería ser igual a ningún hombre, quería desarrollar pensamiento sin pretender ser o simular a un hombre, simplemente siendo una mujer. Tal vez a esto se refiere cuando dice: “No fui feminista, no cedí, fui femenina…” tratando de indicar que el pensar profundo, también, es de las mujeres, también es posibilidad de creación femenina, como la filosofía.
Los pensamientos desordenados se ajustan a mi experiencia o nacen de ella. Comparto el exilio con María Zambrano, comparto espantar la nostalgia, evitarla mientras se está en un territorio desconocido que parece tragarte y vomitarte permanentemente. Comparto lo sagrado que se vive en una despedida y el contacto con lo divino que se experimenta en la ausencia…tal vez porque el consuelo se busca en lo invisible o en aquello inexplicable que da sosiego en la distancia, pero que, inevitablemente se vuelve proximidad. Y da miedo el exilio porque muchas veces estando ahí nos enteramos de que lo amamos de verdad. María nos recuerda que: “da mucho miedo. Como todo lo que amamos de verdad” … porque la partida de la tierra natal ocurre en un movimiento tan hondo, tan hondo, que, al mismo tiempo, que te deja un vacío te llena de suelo y de raíces profundas.
Entonces…aparecen las paradojas permanentemente… y en ellas valdría la pena detenernos, porque suman misterios que delirantemente no hay porque descifrar, sino vivir… “y yo sí que sentía que tenía que aprovechar esos momentos porque serían breves, porque durarían poco” …
“Caminar hacía el alba y no hacía el ocaso”, una forma en la que María nos indica el recorrido de su pensamiento y de su vida misma. Lugar desde donde hace filosofía, desde donde se sostiene su razón y su palabra siempre poética.
María, en todo caso es una autentica pensadora que aporta a la reconexión de lo más elemental y lo más trascendental, la vida. Dejarnos asistir por sus pasos y su guía será siempre una apertura hacía lo más sensible de nosotras mismas, la reconexión precisa de paciencia y constancia, aquellas sutiles formas del espíritu que nos permitirán pensar profundo y actuar en sincronía con la realización de las ideas que tengan como base la experiencia, la dicha y la iluminación.
[1] Para leer: Entrevista a María Zambrano (1904-1991), a cargo de Pilar Trenas, emitida en el programa “Muy personal” (1988) de Televisión Española. Remítase al siguiente link: https://www.raco.cat/index.php/DUODA/article/download/62988/91144